Un faro de esperanza
Miguel había llegado a un punto en su vida en el que nada parecía ir bien. Tenía 36 años y era dueño de una barbería en la zona de San Roque, en Lima (Perú).
Últimamente se sentía triste, desanimado y con miedo al futuro. Recordaba las muchas caídas y tropiezos a lo largo de su camino y se preguntaba: «¿Quién soy yo?».
Desde su infancia, la vida de Miguel había estado ensombrecida por las dificultades. Había pasado la mayor parte del tiempo en la calle, atrapado en un ciclo de problemas. Recordaba haber visto pornografía, consumido drogas y haberse involucrado en bandas y delitos. Su carácter agresivo e impulsivo y su mal genio no hacían sino agravar sus problemas, y el rechazo que sentía por parte de sus padres, a menudo ausentes, le hacía sentirse perdido y solo, viviendo en pecado.
Pero un día una iglesia local, Misión Cristiana Luz Divina, dirigida por uno de nuestros socios ministeriales, el pastor Víctor Rojas, celebraba un acto de evangelización cerca de la estación de tren Jorge Chávez, y todo cambió.
La barbería de Miguel estaba justo enfrente de la estación, y a menudo había visto las reuniones de la iglesia y escuchado fragmentos de sus mensajes. Pero esta vez algo se agitó en su interior, una curiosidad que le impulsó a asistir a una de sus reuniones aquel sábado.
En ese momento, Miguel aceptó al Señor en su corazón como su único Salvador. Los hermanos de la iglesia le invitaron a asistir regularmente, y pronto estaba allí con su mujer y sus hijas, acogido con gran afecto por los pastores Víctor y Roberto y por toda la congregación.
Bajo su guía, Miguel aprendió a orar y a alinear su mente con el Señor. Dios transformó la vida de Miguel, convirtiéndolo en un testimonio vivo no sólo para su familia, sino también para sus clientes de la barbería. Ahora comparte con orgullo la historia de lo que Dios ha hecho por él. Incluso exhibe la revista Esperanza para que sus clientes puedan leer sus mensajes y descubrir las promesas de Dios mientras esperan. Utilizando esta herramienta evangelística, y el tiempo que pasa con sus clientes mientras les corta el pelo, Miguel está siempre dispuesto a compartir la Buena Nueva sobre lo que Dios ha hecho en su vida e invitar a otros a recibir la misma esperanza que él recibió.
Ahora, cuando Miguel reflexiona sobre su viaje, dice: «Ahora vivo tranquilo, feliz, no tengo miedo, soy libre, Dios me está sanando porque sé que he recibido SU SALVACIÓN». Su vida, antes llena de desesperación, irradia ahora esperanza y renovación, un faro tanto para su familia como para la comunidad.
